No es la competitividad, es la continuidad, estúpido (Crónica de un
prólogo)
En el infierno
El 25 de mayo del 2003, Néstor Kirchner asumía a la
Presidencia de una Nación que atravesaba su peor crisis institucional,
económica y social. La fragmentación política convivía, a duras penas, con
extremos niveles de pobreza e indigencia. La industria era una especie en
extinción. Una deuda externa agobiante y defaulteada, superior una vez y media
a nuestro PBI, condicionaba la vida de los argentinos y pulverizaba sus
esperanzas. Estos eran solo algunos de los signos de época.
Como no podía ser de otra manera, el sistema
científico y tecnológico, junto a la educación argentina, estaban en uno de los
peores momentos de la historia: los salarios de docentes e investigadores no
solo no alcanzaba para llegar a fin de mes, sino que en muchos casos se pagaban
con distintos bonos provinciales que fungían de monedas. Hasta eso había
desaparecido en argentina: no teníamos moneda. La emigración fue la salida para
miles de argentinos, altamente calificados, de todas las disciplinas. En esa
Argentina del 2003 sólo 738.952 hogares tenían acceso a internet, con sólo el
20% de banda ancha. En INVAP apenas trabajaban 400 personas en distintas casas
de la ciudad de Bariloche, adaptadas para poder dar los primeros pasos en la
construcción de satélites de observación de la Tierra. Nahuelsat era el
operador satelital nacional, DE CAPITALES PRIVADOS, con un satélite CONSTRUIDO
EN EL EXTERIOR.
La televisión abierta analógica, en el mejor de los
casos, permitía sintonizar 4 canales, a lo sumo 5 subiendo al techo y
re-orientando la antena, se podía recibir en la Ciudad de Buenos Aires uno más
a costa de perder la sintonización de los 4 anteriores (canal 2 de La Plata).
La televisión pública tenía tan sólo un canal, con una audiencia mínima y una
programación con grandes oportunidades de mejora.
La crisis del espacio. La decisión.
En el año 2006, la crisis de Nahuelsat llegó a poner
en riesgo la Posición Orbital Geoestacionaria de 81° Oeste asignada a la
Argentina por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo
dependiente de Naciones Unidas. Para proteger este patrimonio nacional,
Néstor Kirchner con mirada estratégica y la fuerte convicción de apostar por la
industria nacional –en este caso de altísimo valor agregado- y la capacidad de
los argentinos envía al Congreso de la Nación un proyecto de ley. Se trataba,
nada más ni nada menos que de la Ley de creación de Arsat, la empresa de
soluciones satelitales del Estado Nacional. La misión de Arsat era, no sólo
proteger las dos posiciones orbitales que tenía asignadas nuestro país: La 81°
Oeste (sin utilizar) y la 72° Oeste donde el satélite Nahuel-1 llegaba al fin
de su vida útil. Arsat, además tenía que hacerlo con SATELITES DISEÑADOS Y
FABRICADOS EN ARGENTINA, apostando fuertemente a las capacidades de INVAP.
Los resultados.
En el año 2010, luego de la adopción de la norma
japonesa de televisión digital ISDB-T por parte de Argentina, junto con la
mayor parte de la región latinoamericana, comenzó el despliegue de la
Televisión Digital Abierta, también encomendado a Arsat. La Televisión Digital
Abierta (TDA) no fue encarada como una mera transición tecnológica, sino como
una transformación de la televisión abierta. Los argentinos miramos más de 4
horas de televisión diaria en promedio y es una de las principales fuentes de
información y entretenimiento, sobre todo de la población más vulnerable. El
despliegue de la TDA, a cargo de Arsat, consistió en cubrir todo el territorio
complementando la televisión abierta terrestre en los centros urbanos poblados
más grandes con la televisión abierta satelital en aquellas localidades de
escasas población y en el ámbito rural. La televisión abierta, para ese
entonces, ya tenía a canal Encuentro (creado por el Ministerio de Educación) y
la Televisión Pública: una programación de primer nivel. Luego se sumaron
nuevas señales públicas nacionales como Paka Paka, DeporTV, Incaa TV, TecTV,
Acua Federal y Mayor a las que se sumaron nuevas señales impulsadas por la Ley
de Medios de Comunicación Audiovisual, privadas y públicas. Con el Plan
Argentina Conectada, lanzado en el 2011, Arsat desplego una red troncal de
fibra óptica de 36 mil kilómetros con un objetivo: que el acceso de la banda
ancha fuera homogéneo en toda la Argentina. Esta decisión de que el Estado
garantice la conectividad de todos los argentinos le valió a nuestro país el
Premio Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información del
2012. Premio otorgado por la UIT.
En el año 2014 aún recuerdo el día que inauguramos el
Centro de Ensayo de Alta Tecnología S.A (CEATSA), empresa conjunta entre INVAP
y Arsat con la capacidad de ensayar los satélites geoestacionarios para simular
las condiciones que estos enfrentaran en el espacio. Esta nueva empresa
consolidó la capacidad de nuestra naciente y pujante industria satelital,
evitando tener que trasladar los satélites creados por Arsat a Europa o los
Estados Unidos para ser ensayados antes de ser enviados a sus orbitas de
operación. No sólo se ahorraba tiempo, costos y riesgo, sino que se lograba
algo mucho más importante: disponer de capacidades tecnológicas y comerciales
nuevas y PROPIAS. En síntesis: profundizar la soberanía tecnológica. El 16 de
octubre de 2014 y el 30 de septiembre de 2015 los satélites Arsat-1 y Arsat-2,
diseñados y construidos por INVAP, fueron lanzados al espacio exitosamente y se
ubicaron en las posiciones orbitales de 72° y 81° Oeste. El orgullo y la
alegría que sentí en esos momentos es algo intransferible: los argentinos
habíamos logrado ser el primer país de toda Latinoamérica en lograr este
desarrollo tecnológico. Debo confesar que me hubiera gustado que él lo hubiera
podido ver. Lo merecía más que nadie. En el 2006 cuando todavía estábamos en el
infierno, y nadie apostaba una ficha por nosotros, él vio que podíamos llegar a
realizar cosas que ni nosotros mismos imaginábamos. O ¿alguien creía en el
año 2006 que 8 años más tarde íbamos a estar lanzando satélites al espacio
creados por nosotros mismos?.
Cumplimos con su sueño. Cumplimos con el objetivo
trazado por la Ley de creación de Arsat (26.092) promulgada en 2006. Argentina
con Arsat y su flota tiene la capacidad de ofrecer servicios en todo el
continente Americano, desde Canadá a Tierra del Fuego, llegando incluso al
continente Antártico.
Para profundizar el proceso de consolidación de la
industria satelital argentina se envió al Congreso Nacional el Plan Satelital
Geoestacionario Argentino, que fue sancionado como Ley 27.208 de Desarrollo de
la Industria Satelital.
Este Plan tiene como objetivo ampliar los servicios de
Arsat con nuevas posiciones orbitales ocupadas por más satélites fabricados en
el país, buscar exportar plataformas satelitales a operadores de otras
nacionalidades y mejorar la tecnología de los satélites así como su componente
nacional, mediante la articulación con el Sistema Científico Tecnológico
Nacional. El Plan también contiene claras directivas para enfocar el desarrollo
satelital en cooperación con las iniciativas y esfuerzos de la región así como
capitalizar las tecnologías dominadas a otras áreas del entramado industrial
argentino.
Eduardo Visco: Periodista,Sec. Prensa y Difusión "Doctrina en Marcha" PJ KK
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