El campo del intelectual es por definición la conciencia. Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante y el que comprendiendo no actúa tendrá un lugar en la antología del llanto pero no en la historia viva de su tierra" Rodolfo Walsh

martes, 30 de noviembre de 2010

El Silencio es la mayor complicidad


Las silenciosas voces de la tierra aún 
siguen marginadas y discriminadas al igual 
que en "La conquista" de Julio Argentino Roca.

Nosotros no podemos ser complices de tamaña
barbarie , por lo mismo compañeros les pido demos 
la difusión del caso con la importancia que se merece.


Eduardo Visco: Sec. de Prensa y Difusión
"Doctrina en Marcha" PJ

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Por Ricardo Ragendorfer

La muerte de un aborigen y un policía fue el precio
 de la represión a una

comunidad qom que reclama por sus tierras
ancestrales. Todo señala al

gobernador Gildo Insfrán como el artífice de la masacre



El gobernador formoseño Gildo Insfrán enarbola la
política educativa como su

bandera más preciada. Tanto es así que sueña
con fundar una universidad

agropecuaria en los alrededores de Laguna
Blanca, a unos 190 kilómetros al

norte de la capital provincial. Tal casa de
altos estudios ocuparía parte de

un predio de 600 hectáreas cedidas en 2007 –a cambio
de 150 mil dólares– por

sus presuntos propietarios, la familia Celía.
El problema es que aquellas

tierras son reclamadas por una comunidad de
la etnia *qom*, asentada en el

poblado La Primavera, cuyos integrantes mantienen
desde julio un corte sobre

la ruta 86. El martes hubo allí una feroz represión
policial; su saldo: dos

muertos –un aborigen y un uniformado– siete heridos
 y 25 detenidos. Lo

ocurrido –casi una secuela tardía de la
Campaña del Desierto– desató una ola

de repudios por parte de organizaciones territoriales,
políticas, de

Derechos Humanos y representantes de pueblos originarios.
 En resumidas cuentas, semejante situación sumió al 
Poder Ejecutivo de Formosa en una

gravísima crisis institucional, cuyas consecuencias
son aún impredecibles.

Los hechos se desencadenaron a las siete de la mañana
de ese día, cuando un

grupo de civiles armados irrumpió en La Primavera,
 junto con una partida

policial. Entre los primeros estaba el abogado
Ariel Celía, su primo Pedro

Luis y un cuñado, cuyo nombre de pila sería Orlando.
 Portaban escopetas y

revólveres, al igual que el resto de sus acompañantes.

En aquella etapa del conflicto, los disparos fueron
 gatillados al aire, ante

la mirada impávida de los efectivos.
Ello generó corridas y, luego, una

batalla campal, en la que los atacantes
iniciaron un estudiado repliegue.

Estudiado, porque en sus movimientos se
advertía el germen de una

provocación. Es que, en medio de los incidentes,
un suboficial dejó caer su

pistola reglamentaria sobre el pasto.
No fue, por cierto, una pérdida

accidental, sino un señuelo. Y al mismo tiempo,
la excusa de lo que

sucedería después.

Al caer la tarde de ese mismo 23 de noviembre,
La Primavera fue invadida por

un centenar de policías antimotines armados hasta
los dientes.
 Habían sido

enviados por el ministro de Gobierno,
 Trabajo y Seguridad, Jorge González, y

tenían una orden de desalojo suscripta por el
 juez Raúl Mauriño. Su misión:

recuperar la pistola extraviada, la cual, al parecer,
 se había convertido en

una razón de Estado.

Los originarios enfrentaron a los intrusos con
palos y machetes. El

estampido seco de los tiros producía un repiqueteo aterrador.
 Unas 20 casas

fueron incendiadas. El primero en caer herido con
un balazo en el tórax fue

el poblador Sixto Gómez; idéntica suerte corrió
 Samuel Garacete y otras

cinco personas, entre ellas, una anciana de 69 años.
Mientras tanto, a la

vera de la ruta 86 quedaría el cadáver de Roberto Gómez y,
 junto a un

alambrado, el del suboficial Eber Falcón.
Dicen que éste fue atravesado por

un proyectil policial; lo que se dice: “fuego amigo”.
 A partir de ese

momento, el máximo referente de la comunidad,
Félix Díaz, se convertiría en

el hombre más buscado de la provincia.



*El veterinario prodigioso. *En su idioma,
 la etnia en cuestión se

autodenomina *qom* (hombre), en tanto que el vocablo
“toba” es en realidad

un mote despectivo de origen guaraní, y significa
“frente”, debido a que los

*qom* solían afeitarse la parte delantera del
cuero cabelludo. Por el mismo

motivo, los españoles los llamaban “frentones”.
 A la llegada de éstos, en el

siglo XVI, los *qom* habitaban principalmente el Chaco,
y desde allí se

extendían a lo largo del río Bermejo y Pilcomayo.
Hacía el siglo XIX eran un

pueblo predominantemente cazador y recolector,
 de costumbres seminómadas que

marchaba en pos de sus recursos alimenticios.
En la actualidad –según el

censo del Indec de 2001– hay unos 60 mil argentinos
que se consideran

integrantes de dicha etnia, la mayoría con residencia
en el Chaco y en el

oeste de Formosa. Los *qom* que aún se mantienen en
sus territorios

ancestrales –como lo es La Primavera– se agrupan
 en comunidades rurales

regidas por comisiones vecinales y con líderes elegidos
democráticamente por

sus habitantes.

En 1940, el Estado Nacional reconoció que la
comunidad *qom* era la legítima

propietaria de las tierras ahora en litigio, y les
 otorgó un título de

reserva sobre unas 5 mil hectáreas de superficie.
Sin embargo, la familia

Celía había adquirido meses antes una parte del
territorio a un hacendado

cuyo apellido era Villalba. La coexistencia
fue pacífica hasta 1985, cuando

se titularon las tierras para escriturarlas
a nombre de los originarios. En

aquel trámite se otorgaron unas 100 hectáreas más
por un vericueto

administrativo surgido dos años antes cuando se
realizaron los trabajos de

mensura. En 2007, los Celía denunciaron usurpaciones
por parte de la

comunidad encabezada por Félix Díaz. Sería el puntapié
 inicial de las

hostilidades. A principios de este año, la familia que
 se atribuye la

propiedad de esas tierras realizó nuevas denuncias por
usurpaciones que

cayeron en manos del juez Mauriño, quien ordenó el
desalojo. Ya se sabe que

el gobierno formoseño –en razón a su proyecto de
instalar una universidad en

la zona irregularmente adquirida a los Celía–
no es una parte desinteresada

en el asunto.

Aún así llama la atención el ahínco con el cual,
 en los albores del siglo

XXI, un Estado provincial se involucra en un
conflicto anacrónico, propio de

un western ambientado hace 200 años. Tal vez en
 ello haya influido la

naturaleza del hombre que desde 1995 rige el
destino de los formoseños.

Nacido en Laguna Blanca hace 51 años, el veterinario
justicialista Gildo

Insfrán ingresó a la política en 1983, al ser
elegido legislador provincial.

A partir de ese momento comenzaría a construir
la maquinaria que años

después lo catapultó en el poder. Primero como
ladero del mandatario Vicente

Joga, de quien fue vicegobernador entre 1987 y 1995.
 En las elecciones de

ese año, luego de darle la espalda a su padrino
 político, accedió al sitial

que todavía conserva, en base a una eficaz fórmula
que combina pobreza,

clientelismo y votos. Esto último, mediante un
sistema electoral basado en

la reelección indefinida y la Ley de Lemas.
Lo cierto es que la Formosa de

Insfrán es una suerte de feudo en plena democracia,
 en el que la división de

poderes es una pura formalidad; tanto es así que,
 por caso, del total de los

legisladores provinciales sólo hay un diputado opositor.
 Dueño de un estilo

oportunista, lábil y ubicuo, Insfrán también depositó
sus ambiciones

políticas en el alineamiento incondicional y automático
 hacia quienes

detentaran las riendas del poder a nivel nacional. Tanto
es así que supo ser

menemista ortodoxo, ferviente duhaldista e, incluso,
 *adolfista* de la

primera hora, durante el fugaz paso de Rodríguez Saá por
el sillón de

Rivadavia. Ahora, claro, viaja en el trén del Frente par
a la Victoria. Tal

reacomodamiento, sin embargo, no afectó su impronta
autocrática en el

ejercicio de la primera magistratura provincial.
Prueba de ello fue, durante

la tarde del 19 de noviembre, la virulenta ocupación
del Colegio Nacional de

Formosa por parte de la Guardia de Infantería, con el
sólo propósito de

restablecer la disciplina entre los adolescentes que
 allí cursan sus

estudios. Sin embargo, el ataque del martes a la
comunidad *qom* de La

Primavera podría significar para su futuro un
palmario punto de inflexión.

Ello se desprende del vendaval de reacciones
adversas que generó semejante

violación a los derechos humanos en los sectores
afines al Gobierno

Nacional.



*El día de la Raza. *Lo cierto es que diversas
 voces son las que acusan al

gobernador formoseño de lo sucedido para desalojar
la zona adyacente a la

ruta 86.

Tal fue el caso del líder piquetero Luis D’Elía,
 quien señaló a Insfrán como

el “autor ideológico indiscutible de la masacre
aborigen”, además de pedir

la intervención federal a Formosa; en ese sentido,
 apeló a la “sensibilidad”

de la Presidenta para que el episodio signifique el
 “final político” del

gobernador. A su vez, la titular de Madres de Plaza de Mayo,
 Hebe de

Bonafini, denunció a Insfrán como “responsable de los
asesinatos y del

brutal desalojo”. Y exigió “juicio y castigo por estos
 cobardes crímenes”.

En términos similares se pronunció la diputada
Silvia Vázquez, una ex

radical aliada al kirchnerismo, quien no dudó en
 calificar a Insfrán de

“genocida”.

Mientras tanto, organizaciones sociales, sindicales
y políticas, entre ellas

la CTA, ATE y el Partido Obrero, marcharon en Buenos
Aires hacia la Casa de

Formosa para repudiar la represión. También
expresaron su rechazo Amnistía

Internacional, el Consejo de Participación Indígena y
 el Servicio de Paz y

Justicia. A su vez, el Consejo Originario de Comunidades,
 que agrupa a los

aborígenes de todo el país, convocó para el fin de semana
 una cumbre a

efectuarse en las tierras del litigio para
solidarizarse con las víctimas

del ataque.

Por su parte, el jueves viajó a Formosa el defensor
 adjunto del Pueblo de la

Nación, Juan Mínguez. Estuvo con los *qom* y se
interiorizó sobre el caso,

pero sin lograr que Insfrán ni ninguno de los
 integrantes de su gabinete lo

recibiera.

Prueba del clima que flota en las altas esferas del
 poder provincial fue la

expresión desencajada con la cual el ministro de
Gobierno, Jorge González,

acudió a una reunión parlamentaria para dar las
explicaciones del caso. En

esa ocasión, el funcionario farfulló una débil
defensa del accionar

policial, antes de sincerarse con las siguientes
palabras: “No sabemos cómo

seguir manejando este conflicto”. A su lado,
el jefe de la Policía de

Mendoza, Bernabé Escobar, lucía un rictus apesadumbrado.

En el aspecto estrictamente fáctico de lo
ocurrido tomó intervención el juez

Gabriel Garzón, quien no dudó el liberar a todos
los detenidos, además de

dictar la eximisión de prisión al líder de la
comunidad *qom*, Félix Díaz.

Éste, tras reaparecer en La Primavera, agradeció
las muestras de apoyo

recibidas, aunque sin dejar de destacar la inseguridad
jurídica en la que

oscila la existencia de su gente. “No tenemos abogados
ni herramientas para

defendernos”, fueron sus exactas palabras.

Lo cierto es que, mientras el gobierno de Insfrán
se sacude al compás de su

peor crisis, las dos víctimas fatales de la
represión –el aborigen Roberto

Gómez y el policía Eber Falcón– merecen, desde luego,
 justicia por igual.

Fuente: Miradas al Sur

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Entrevista néstor elías “Los qom no son de temer: es una
comunidad muy

pacífica y tolerante”Publicado el 28 de Noviembre de 2010

Por Christian Boyanovsky Bazán

El periodista relevó la vida y costumbre de este pueblo
durante 12 años=

Eduardo Visco: Periodista y Escritor

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